Obras de Emilia Pardo Bazán 12 de abril de 2021 – Publicado en: Autores Clásicos
El próximo 12 de mayo se cumple el I centenario del fallecimiento de Emilia Pardo Bazán, y congresos, exposiciones además de otros eventos literarios se dan cita para celebrar la figura de esta gran escritora. No se nos ocurren mejores palabras que las de Isabel Burdiel (biógrafa y comisaria de la próxima exposición “El reto de la modernidad” que tendrá lugar en BNE) para retratar el atractivo de doña Emilia:
“Lo interesante que tiene Pardo Bazán es su capacidad para tender puentes, para ver el mundo. Ella fue una mujer llena de ambivalencias […] podía ser conservadora en algunos aspectos políticos y, sin embargo, en la defensa de los derechos de las mujeres era realmente radical”.
Emilia Pardo Bazán: Feminista y conservadora
Los doce volúmenes que integran las presentes Obras completas nos revelan que no hay en la cultura española moderna personalidad tan arrolladora como doña Emilia Pardo Bazán. Supuso un revulsivo en la sociedad de la Restauración y reivindicó su condición de mujer al codearse con los intelectuales del momento y renovar la narrativa de finales del XIX. Gallega y cosmopolita, periodista y empresaria cultural, narradora traducida a numerosos idiomas, su figura también fue clave a la hora de introducir el feminismo dentro del debate cultural y político.
Obras completas
Con motivo de este primer aniversario, reeditamos los dos primeros tomos de las Obras completas de Emilia Pardo Bazán bajo el minucioso cuidado de Darío Villanueva (de la RAE) y José Manuel González Herrán. En sus cuatro primeros títulos, publicados entre 1879 y 1885, la autora trabaja tanto la novela de espacio como la narración de personaje: de Pascual López. Autobiografía de un estudiante de medicina, que nos adentra en la vida de un universitario en Santiago de Compostela, a La Tribuna, protagonizada por la lucha de una joven cigarrera de Marineda (trasunto de su Coruña natal) en pleno movimiento obrero, o bien El Cisne de Vilamorta, hilvanada en torno a un romántico poeta local.
Aunque la novela viene a ser un descubrimiento tardío de doña Emilia (que prefirió iniciarse en la poesía y el ensayo tal y como relata en sus Apuntes autobiográficos), Pardo Bazán va puliendo su arte para describir las romerías rurales o los viajes en tren hacia los balnearios más cosmopolitas en Un viaje de novios. Costumbrismo que se ve enriquecido por las lecturas de coetáneos que le permiten ahondar en la psicología de sus personajes (nadie duda de la herencia de Madame Bovary en El Cisne de Vilamorta). Fruto de esas lecturas surgirá el notable intento de explicar la novela francesa en los artículos de La cuestión palpitante. Y, de esta manera, se irá perfilando el camino hacia el naturalismo que culminará en 1886 con su obra maestra, Los Pazos de Ulloa (recogida en el tomo II de la presente colección).
En 1887 Galdós califica a Los Pazos de Ulloa como una auténtica obra maestra. Sin embargo, tanto Zola como la propia autora negaron el marbete de “naturalismo católico” con que se la trató de encasillar. Doña Emilia da un giro a lo rural que nos revela los conflictos sociales y sensuales del campo gallego y al igual que en sus obras anteriores, se mueve a medio camino entre la novela de espacio (la gran casa señorial) y la de formación del joven sacerdote Julián Álvarez, que pasa de la inocencia a una madurez desencantada. Un microcosmos primitivo y violento que, en La Madre Naturaleza, la continuación de Los Pazos, perderá fuerza estética para evolucionar a una mirada más espiritualista.
Tras el éxito de crítica que le reportan estos dos últimos títulos, Pardo Bazán se adentra en la escritura de Insolación y Morriña. Dos trabajos de encargo protagonizados por mujeres de muy diferente origen: la marquesa viuda de Andrade y la criada Esclavitud Lamas. Dos historias amorosas de pintoresquismo costumbrista (las fiestas de San Isidro, las cigarreras…) en las que siguen apareciendo elementos naturalistas como el atrevimiento al retratar encuentros amorosos que escandalizaron a algunos contemporáneos, las violentas peleas de mujeres o en el sensualismo descriptivo de Insolación.
Igualmente, en Morriña, se parte del motivo romántico de la muchacha seducida y engañada, para tornar en su desgraciado final a una visión naturalista que permitió a la autora denunciar la hipocresía social ante este tipo de situaciones.
Unas novelas que nos descubren a la escritora ya forjada en el arte narrativo y nos la muestran como firme defensora de los derechos de la mujer. Actitud que también se hará presente en su faceta como cuentista, en la que destacan piezas tan bien tejidas como los relatos de El encaje roto.