Tomo V

Tercera parte de las comedias:
Del enemigo, el primer consejo
No hay peor sordo…
La mejor espigadera
Averígüelo Vargas
La elección por la virtud
Ventura te dé Dios, hijo
La prudencia en la mujer
La venganza de Tamar
La villana de la Sagra
El amor y el amistad
La fingida Arcadia
La huerta de Juan Fernández

El presente volumen agrupa varias de las obras teatrales más características del autor. Es el caso de la mejor de sus comedias villanescas, La villana de la Sagra, en la que utiliza un recurso argumental repetido en otras obras dramáticas de acuerdo con la tradición escénica: el caballero que se disfraza de villano para enamorar a la dama, que a su vez es una aldeana disfrazada. Junto a esta, su comedia histórica más famosa, La prudencia en la mujer. Se ha dicho que Tirso, en sus comedias históricas, fluctúa entre la verdad y la verosimilitud. En realidad parte de un conocimiento científico de los hechos para documentar sus dramas a la hora de llevarlos a escena y cuando decide tergiversar la historia lo hace en aras de criterios literarios, ya que por encima de las fuentes documentales se alzan los personajes históricos de sus comedias como auténticas creaciones dramáticas: en La mejor espigadora, la encantadora Ruth es un ejemplo de personaje dramático femenino que sólo debe a la Biblia el andamiaje argumental.

Hasta que comienza su noviciado en la Orden de la Merced, los datos biográficos de sus primeros años son conjeturas. Nació en Madrid, pero vivió mucho tiempo en Toledo, donde se ordenó sacerdote y estudió Artes y Teología. Completó su formación en distintas universidades españolas: en la de Alcalá de Henares terminó los estudios habiendo alcanzado una profunda cultura religiosa, que quedará patente en sus obras. Entre 1606 y 1610, junto al fraile mercedario Gabriel Téllez, su verdadero nombre, surge el dramaturgo Tirso de Molina. Su irresistible vocación literaria discurrirá paralelamente a su profesión religiosa. Mantuvo asiduo contacto con la vida literaria de Toledo y de Madrid, donde dominaba el teatro de Lope, a quien don Tirso admira como a un maestro con el que comparte triunfos teatrales en los corrales de comedias más conocidos del momento: el corral de la Cruz y el del Príncipe. El Madrid de su infancia y adolescencia es un escenario reiterado en sus comedias y es donde escribe y estrena gran parte de ellas. Su popularidad obedece al tono jocoso de sus obras y a las referencias profanas que llegaron a costarle la prohibición de escribir y un breve destierro. Dos de sus dramas más conocidos son El burlador de Sevilla, de autoría atribuida y El condenado por desconfiado.